Tema:
Funcionamiento social de los estudiantes con DA.
FACTORES PSICOLÓGICOS QUE PREDISPONEN AL BAJO
RENDIMIENTO, AL FRACASO Y A LA DESERCION ESCOLAR
JADUE J., Gladys. FACTORES PSICOLOGICOS QUE
PREDISPONEN AL BAJO RENDIMIENTO, AL FRACASO Y A LA DESERCION ESCOLAR. Estud. pedagóg., Valdivia, n. 28, 2002 .
Disponible en <http://www.scielo.cl/scielo.php?
INTRODUCCIÓN:
Este artículo, desde un punto de vista clínico,
tradicional, analiza algunos factores psicológicos y sociales que aumentan el
riesgo estudiantil de bajo rendimiento y de fracaso en la escuela. Plantea que
a través del desarrollo de la competencia emocional en la comunidad educativa,
es posible crear en la escuela factores protectores para un adecuado desarrollo
del alumno, lo que favorece el rendimiento escolar.
1
EL ALUMNO CON
PROBLEMAS DE CONDUCTA Y DE RENDIMIENTO
Las dificultades emocionales y de la conducta en los escolares constituyen un serio y difícil problema tanto para la educación y la salud mental de los estudiantes como para los padres cuyos hijos no logran en la escuela un rendimiento acorde con sus esfuerzos y expectativas. La mayoría de los alumnos que presentan dificultades emocionales y conductuales poseen leves alteraciones en su desarrollo cognitivo, psicomotor o emocional, sin que –en general– puedan ser asignados a categorías diagnósticas específicas tales como retardo mental, síndrome de déficit atencional o trastornos específicos del aprendizaje.
La duración, la frecuencia y la intensidad con que ocurre la
conducta disruptiva son algunos de los elementos que permiten concluir que el
alumno presenta un problema.
Cada estudiante presenta características cognitivo-afectivas y
conductuales distintas, y las escuelas, en general, otorgan una enseñanza
destinada a niños “normales” o “promedio” que prácticamente no presentan
diferencias entre sí y que no muestran alteración, desviación, déficit o
lentitud en ningún aspecto de su desarrollo. Esto provoca que todos los niños
que por alguna razón se desvían o alejan de este “promedio” están en riesgo de
bajo rendimiento y de fracaso escolar. Un estudiante en riesgo no significa que
sea retrasado o que tenga alguna incapacidad. La designación “en riesgo” se
refiere a características personales o a circunstancias del medio escolar,
familiar o social que lo predisponen a experiencias negativas tales como
deserción, bajo rendimiento, trastornos emocionales, alteraciones de la
conducta, drogadicción, etc.
Los factores de riesgo del estudiante incluyen déficits
cognitivos, del lenguaje, atención lábil, escasas habilidades sociales y
problemas emocionales y de la conducta. Los factores de riesgo de la escuela se
refieren a aquellas características y circunstancias específicas ligadas a los
docentes y administrativos como los prejuicios y las bajas expectativas de
rendimiento, la inhabilidad para modificar el currículo, la falta de recursos y
la carencia de estrategias de enseñanza adecuadas, la estructura, el clima
organizacional y los valores del sistema escolar.
Hoy en día en Chile muchos escolares presentan bajo rendimiento,
perturbaciones conductuales y emocionales. Muchos de ellos no reciben la ayuda
profesional que necesitan ni dentro ni fuera del ámbito escolar. Estos
problemas de rendimiento, de conducta y emocionales cuando no son tratados, no
sólo provocan problemas en el aprendizaje de estos estudiantes, sino además
afectan la capacidad de los profesores para enseñar y la de sus compañeros para
aprender, lo que hace sentir a muchos maestros sobrepasados por las
alteraciones emocionales y conductuales que estos alumnos presentan en clases.
El profesor de enseñanza prebásica, básica o media, tarde o
temprano deberá enfrentar algún alumno que presente problemas de conducta, que
altere la convivencia con sus compañeros y que interrumpa la clase. La conducta
disruptiva que el estudiante presente puede variar considerablemente de acuerdo
a la naturaleza del problema que lo afecte, al tamaño del curso, a la materia
que se esté enseñando y al tipo de escuela.
Muchos profesores dirán que tienen una clara idea de lo que
constituye un problema de conducta. Sin embargo, un alumno puede presentar
problemas de conducta frente a un determinado profesor y no frente a otro, como
también exteriorizar sus alteraciones de manera transitoria o periódica. El
alumno con estas perturbaciones causa, sin duda alguna, varias dificultades para
sus padres, sus profesores y sus compañeros de curso.
Los educadores pueden sentirse frustrados y sentir ansiedad cuando
deben enfrentar un alumno con problemas de conducta. Si el profesor se siente
responsable del manejo conductual y de la enseñanza de este alumno y es
percibido como tal por el Director del establecimiento, el profesor está bajo
la presión de sus colegas.
Muchas veces el reconocer un problema puede ser considerado como
admitir una falla en el sistema escolar, especialmente si la escuela no está
preparada y no tiene ni la organización ni el apoyo de profesionales para
enfrentar al alumno con problemas.
Es posible constatar un aumento de la tensión y de la ansiedad en
muchos profesores cuando deben enfrentar un alumno con alteraciones de la
conducta. La tensión aumenta en el profesor al saber que el estudiante estará
coartando sus labores de enseñanza habituales y que no mostrará mejoría sin la
adecuada atención profesional.
En algunos casos, el profesor puede considerar el problema como
“propio del niño” y, por lo tanto, la responsabilidad de la conducta
desadaptada recae sobre el propio estudiante. De acuerdo a esta perspectiva, el
profesor no cree que su metodología de enseñanza exacerba aún más la
perturbación que el alumno presenta. Asimismo, si el profesor estima que es el
resultado de alguna dificultad en el hogar del estudiante, va a tener bajas
expectativas sobre su rendimiento escolar.
Los padres y profesores comparten la preocupación por la
alteración conductual que el alumno presenta. Si bien no se debe exagerar ante
un problema de conducta, tampoco debe minimizarse ya que, en general, son el
extremo más visible de los alumnos con problemas para aprender. Los padres
inevitablemente se preocupan por la manera en que el hijo se comporta y esta
preocupación se complica con sentimientos de frustración y rabia cuando el
progreso escolar es lento o es escaso y las críticas de otros padres y de
algunos profesores aumentan. Asimismo, este estudiante causa problemas en su
familia con sus hermanos, quienes sufren porque los padres en general ocupan la
mayor parte de su tiempo en el hijo problema. Es necesario notar que el alumno
que molesta a otros en clase y en los recreos no ha aprendido un modo apropiado
de hacer amigos y de establecer relaciones interpersonales. Generalmente son
niños infelices, aislados por sus compañeros de curso e impopulares entre sus
profesores.
La severidad de la alteración conductual depende en gran medida de
la percepción que sobre ella tengan las personas que viven y/o trabajan con el
niño. Las personas en diferentes contextos tienen variadas expectativas sobre
lo que consideran una conducta apropiada. Tanto en los padres como en los
profesores se pueden observar distintos niveles de tolerancia frente al alumno
con problemas de conducta. Los niveles de tolerancia también dicen relación con
el estadio del desarrollo del niño: por ejemplo, estudiantes preescolares no
pueden estar mucho tiempo sentados, concentrados, inactivos y les cuesta
respetar su turno para hablar o para jugar y por lo tanto se les toleran muchas
variabilidades en su conducta, lo que no ocurre con alumnos mayores.
Asimismo, la manera como el problema de conducta del estudiante es
percibido por los adultos, determina, en general, la urgencia con la que
debemos enfrentarlo. Esta percepción está influida por la tolerancia
individual, la ansiedad que desencadena el niño en el ambiente que lo rodea, la
preocupación, el temor y la rabia que provoca su mala conducta, la presión de
los padres y de la escuela.
Los problemas emocionales y conductuales son citados tanto como
complicaciones secundarias de los trastornos del aprendizaje como en la
etiología de los mismos. De tal manera que generalmente un alumno que presenta
alteraciones conductuales y emocionales sufre también de cierta dificultad para
aprender que puede tener distintas etiologías. Dentro de este contexto, es
posible confundir las diferencias en el desarrollo psíquico individual con
patologías o trastornos. Existen, además, variadas manifestaciones del
desarrollo psíquico que varían de lo que se considera “normal” originadas por
la vida en extrema pobreza, en carencias afectivo-familiares y/o en la falta de
incentivos para aprender que no necesariamente se traducen en patologías pero
que predisponen al bajo rendimiento, al fracaso y a la deserción escolar.
Frente a la confluencia de distintos factores etiológicos y
complicaciones secundarias que emergen en el niño con problemas conductuales,
sociales, emocionales y del aprendizaje escolar, existen diferentes
designaciones diagnósticas: “niño en riesgo de bajo rendimiento o de fracaso
escolar”; “niño en desventaja”; “niño deprivado sociocultural y
económicamente”; “niño con retraso maduracional”; “niño con síndrome de déficit
atencional”; “niño con trastorno del desarrollo”; “niño con problemas de
aprendizaje”; “niño con trastornos de aprendizaje”; “niño con trastorno
emocional”; “niño ansioso”; “niño hiperansioso”; “niño retraído”; “niño
tímido”; “con trastorno depresivo”; “con trastorno conductual”, etc.
Se trata, en general, de alumnos que padecen de dificultades del
aprendizaje y de la conducta, cuya etiología es de origen orgánico, psíquico o
no precisada claramente, que se diferencian entre sí, a veces muy sutilmente,
por algunos signos o síntomas. De tal manera que pueden subyacer diferentes
síndromes y cuadros clínicos tanto en la etiología como en las complicaciones
de los trastornos del aprendizaje y de la conducta. Sin embargo, desde el punto
de vista escolar, todos se comportan y rinden en la escuela de manera
semejante.
2
LAS EMOCIONES
EN LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES
Las
emociones tienen un poderoso impacto en nuestro conocimiento del mundo
circundante y las expresiones emocionales otorgan una ventana a la experiencia
subjetiva del mundo individual. Nuestras emociones motivan nuestras acciones y
afectos cuando interactuamos con otras personas y con nuestro ambiente y
proveen de sentido a nuestras experiencias de vida. Al guiar nuestros
pensamientos y acciones, las emociones poseen una función reguladora que nos
ayuda a adquirir los patrones de la conducta adaptativa. Existen muchas
diferencias individuales en cómo las personas expresan sus emociones e
interactúan con otros individuos. Muchas son predominantemente felices,
contentas, y curiosas. Otras pueden ser a menudo retraídas, tristes y
depresivas. Más aún, otras pueden aparecer enojadas, destructivas y
desorganizadas.
La
mayoría de las personas despliegan diferentes emociones y actúan dependiendo de
la situación y del subyacente humor que posean en ese momento. Cuando una
persona es predominantemente retraída, evita el contacto con otros individuos y
no muestra interés por aprender la mayor parte del tiempo, lo que puede afectar
su desarrollo y su capacidad de adaptación. De la misma manera, la persona
irritable, destructiva y exageradamente agresiva tiene dificultades para
establecer apropiadas relaciones interpersonales y para ajustarse a los modelos
de conducta requeridos para las actividades normales de la vida diaria.
Las
emociones mediatizan la capacidad de adaptarse y de responder a una variedad de
experiencias. Preparan al organismo para responder rápidamente a las amenazas
del mundo circundante. Asimismo, los psicólogos sociales plantean que las
emociones humanas son fundamentales para el apego, la interacción y la función
social (Mayne 2001).
La
emergencia de distintas capacidades emocionales en los niños refleja
importantes diferencias entre la adaptación y el desarrollo. Los niños no solo
desarrollan capacidades y estrategias adecuadas a través de un rango de
afectos, sino que también aprenden a confiar en su experiencia emocional para
enfrentar los avatares de la vida.
Las
teorías de la regulación de los afectos y la investigación en las emociones se
han diversificado considerablemente en las últimas dos décadas. Las principales
conclusiones que pueden obtenerse de las mismas son las siguientes:
a)
|
los procesos
emocionales están profundamente involucrados en la dirección de los procesos
cognitivos: la atención, todos los actos perceptivos, el aprendizaje y la
memoria;
|
b)
|
El desarrollo
emocional es funcionalmente inseparable de los patrones de experiencias
psicosociales en todas las edades;
|
c)
|
La personalidad y
la identidad personal son fundamentalmente de naturaleza emocional.
|
Se
pueden distinguir cinco importantes aspectos relacionados con la regulación de
nuestras emociones (Dodge y Garber 1991):
1.
|
Apreciación cognitiva: antes,
durante y después de experimentar una emoción, el ser humano ejecuta un
proceso de evaluación de la situación a nivel cognitivo, para determinar qué
emociones deben ser expresadas. Algunos pensamientos que influyen la apreciación
cognitiva de las emociones incluyen:
|
||||||
|
|
||||||
2.
|
Aspectos fisiológicos de las
emociones: uno de los factores que otorga sentido a nuestras expresiones
emocionales son las respuestas fisiológicas. Cuando la apreciación cognitiva
toma lugar, las respuestas fisiológicas se activan y la persona responde de acuerdo
a la situación. Muchos niños irritables están en un estado de hiperexcitación
y por lo tanto no están en condiciones de responder adecuadamente con las
respuestas fisiológicas esperables ante determinados acontecimientos.
|
||||||
3.
|
Expresiones emocionales: la
comunicación de lo que sentimos a través de nuestras reacciones, sentimientos
o intenciones hacia otros en nuestras relaciones interpersonales, son un
componente importante de las emociones. Las expresiones motrices de la
emoción manifestadas a través del sistema neuromuscular consisten tanto en
los movimientos de la cara, como en los movimientos posturales y los gestos.
Frecuentemente, el niño irritable muestra intensas emociones negativas. A
menudo presenta dificultades para expresar las emociones más sutiles y para
expresar emociones positivas.
|
||||||
4.
|
Socialización de las emociones:
a medida en que el niño se desarrolla, es reforzado para expresar sus
emociones. Este proceso ocurre primeramente en la relación padres-hijo, pero
si esta relación se ve afectada por la irritabilidad y la dificultad del niño
para regular su estado de ánimo, es más difícil para los padres otorgar una
adecuada enseñanza para que el niño socialice apropiadamente sus emociones.
|
||||||
5.
|
Modulación de las emociones:
para poder expresar en forma adecuada nuestras emociones, es necesario
aprender a modularlas cuando debemos responder a estados internos, a demandas
situacionales y al contexto social. De acuerdo a como el individuo percibe la
experiencia emocional durante y después de la expresión de la misma, lo
relaciona con el estado subjetivo asociado a dicha emoción. Factores
cognitivos tales como la memoria y la imaginación juegan un rol importante en
la definición de la experiencia subjetiva de la emoción.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario